La turba dejó moribundo al asaltante en una acera y a su compañera la arrinconaron y le quitaron, a jalones y a tijerazos, su cabellera.
El herido agonizó ayer desde las 8:40 de la noche hasta las 9:42. Se conoció que ninguno de los curiosos se atrevió a ayudarlo ni pedir apoyo a los cuerpos de seguridad. Decenas vieron, sin asombro, al escuálido moreno exhalar su último suspiro.
Casi a la medianoche se presentó a la barriada la Guardia Nacional y la Policía regional. A los funcionarios solo les aseguraron que el occiso no vivía por el lugar y les entregaron a su acompañante.
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