Además, con esto resuelven el problema que tenían cada vez que tenían que botar las bolas de basura, ya que decenas de personas se agolpaban a sus puertas esperando ese momento para hurgar entre los desperdicios y sacar su alimento gratuito del día, dejando un rastro de suciedad frente a los comercios.
El hambre y la miseria es tal que ya ni siquiera queda un pellejo en una bolsa, aunque sea muy pequeño o parezca podrido, ya que de cualquier manera se lo llevan, lo hierven bien y se lo comen como si fuera todo un banquete.
Fuente: Donlengua.com
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