Los delincuentes llegan en un carro robado, y lo estacionan frente a esta quinta a las 2 de la madrugada. Con mucho silencio y precaución salen del vehículo y observan si el que se quieren robar tiene algún tipo de alarma o sensor. Lamentablemente la única alarma con la que cuenta es la de rotura de vidrios, o apertura de puertas, pero los cauchos no tienen alarma.
Levantan el carro con cuidado, usando un gato muy rápido, y mientras uno hace esto, los otros le quitan las ruedas de un lado. Traen unos ladrillos y lo apoyan para seguir con el otro lado.
Todo esto ocurre en un lapso aproximado de 60 segundos. Ni que hubiera habido alguien en las cámaras viendo lo que ocurría, no les daría tiempo de detenerlos. En la zona no pasa la policía, y aunque pasen, los ladrones hacen lo que les da la gana. En la mañana el dueño se encontrará su carro sin cauchos, y sobre unos ladrillos. No podrá ponerlo a rodar nuevamente, ya que ni que tenga mucho dinero, simplemente no se consiguen los cauchos. Deberá pagarle a otros ladrones para que se roben otros cauchos en otra urbanización y así pueda poner a funcionar nuevamente su vehículo.
Fuente: Donlengua.com
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