El dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, que ha sufrido un fuerte deterioro de su popularidad, parecía ansioso por proyectarse como el comandante en jefe de las fuerzas armadas del país miembro de la OPEP devastado por la crisis, cuando se dirigía el sábado a la Guardia Nacional.
Una de las principales avenidas de Caracas fue cerrada para celebrar el 81 aniversario de la Guardia Nacional, con pantallas gigantes donde se exhibían videos conmemorativos y un Maduro con traje, ataviado con una cinta presidencial con los colores de la bandera rodeado por los altos mandos militares.
Pero justo cuando el líder izquierdista se despedía prometiendo la recuperación de la economía del país, su esposa Cilia Flores miró al cielo, aparentemente alarmada.
Ella retrocedió, la cámara se sacudió, el audio de la transmisión de la televisión estatal se cortó y la cámara hizo un paneo de cientos de soldados en formación. Las filas se rompieron rápidamente y decenas de soldados huyeron antes que la transmisión en vivo fuera reemplazada por grabaciones sobre un censo de vehículos.
Al menos una explosión sacudió el lugar y el Gobierno dijo que se trató de un fallido intento de asesinato contra Maduro con drones cargados de explosivos.
El incidente no pareció generar ninguna ola de apoyo espontáneo entre los tradicionales simpatizantes del gobierno, muchos de quienes tratan de defenderse de la hiperinflación, cortes frecuentes de agua, electricidad y escasez de alimentos.
“Este incidente hace que Maduro parezca vulnerable, pero la verdad es que su círculo tiene el poder de reprimir a los enemigos porque aún controlan todas las palancas del poder”, dijo Raúl Gallegos, director asociado de la consultora Control Risks.
“Cualquier fragilidad que se presente se ve compensada por la excusa que Maduro ahora tiene para acabar con sus enemigos internos, reales o percibidos”, agregó el analista.
El Ministerio de Comunicación e Información no respondió a una solicitud de Reuters sobre detalles del incidente.
“La estampida del personal militar, transmitida en vivo deja muy mal parada a la FANB (Fuerza Armada Nacional Bolivariana) y a su alto mando militar”, dijo Hebert García Plaza, un exgeneral y exmiembro del gobierno de Maduro que huyó del país.
El caricaturista venezolano EDO publicó un dibujo que muestra soldados aterrorizados que huyen bajo el lema “Púyalo, Forrest, que nos invade el “Impereo”!!!!!”, en alusión a la película “Forrest Gump” donde el personaje de Tom Hanks recorre Estados Unidos trotando.
Los abiertos llamados a la intervención militar han aumentado después de masivas protestas antigubernamentales el año pasado que no lograron derrocar a Maduro. El mandatario fue reelecto en una votación en mayo, criticada como una farsa.
Decenas de soldados han sido detenidos por acusaciones de conspiración contra Maduro o han desertado. Como el resto del país, los uniformados luchan por tener tres comidas cada día.
El año pasado, un funcionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), secuestró un helicóptero y disparó contra edificios del gobierno en lo que dijo era una acción contra un dictador. El policía fue perseguido y resultó muerto en enero a manos de las fuerzas venezolanas.
Pero en público, los altos mandos militares parecen seguir siendo ferozmente leales a Maduro, un exchofer de autobús y exlíder sindical de 55 años, que a diferencia de su predecesor, Hugo Chávez, no proviene del Ejército.
A medida que la crisis económica empeora y su popularidad se desvanece, Maduro le ha dado a los militares el poder sobre los multimillonarios sectores de la minería, petróleo y la importación de alimentos, en un intento por buscar la lealtad de las fuerzas castrenses y mantenerse en el poder.
Un grupo poco conocido denominado “Movimiento Nacional Soldados de Franelas” se adjudicó la responsabilidad por la explosión del sábado. La organización, que se describe así misma como uniéndose a los miembros de “la resistencia” a Maduro, dijo que había planeado volar dos drones pero que francotiradores los derribaron.
Maduro puede consolarse con el hecho de que media docena de guardaespaldas se lanzaron al escenario para cubrirlo con paneles a prueba de balas. Se escuchó una voz que decía “vamos, mi líder” justo antes de que se fuera corriendo.
“Ese dron venía por mí, pero había un escudo de amor”, dijo Maduro el sábado por la noche. “Estoy seguro de que viviré por muchos años más”.
Fuente: Lapatilla.com
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