El lunes cerraron el banco y Juan no pudo cobrar, así que decidió quedarse a dormir frente a la entidad bancaria. Tenía mucha tos, dijo Damaso Landaeta, un compañero de cola. Le sugirieron llevarlo a un Centro Diagnóstico Integral (CDI) pero no aceptó y se durmió en el piso junto a sus compañeros fieles: un bastón y un termo de café. Aproximadamente a las 10:00 p.m sufrió un infarto y murió.
Richard, un cajero del banco, el dijo a Juan que se fuera a su casa. Pero era tarde para regresar a su residencia en el sur de la ciudad y no iba a conseguir transporte, contó Damaso mientras trataba de controlar al resto de los ancianos que, al igual que Juan, quedaron en la cola sin cobrar y sin pasaje para volver a sus hogares. Estaban indignados.
Darwin Sánchez salió de su casa en la madrugada para hacerle la cola a su mamá. Ellos fueron uno de los que se quedaron a las afueras del banco cuando cerraron la puerta. Denunciaron que los empleados del Bicentenario maltratan verbalmente a los abuelos. “Son unos parásitos”, “Maduro manda en Miraflores y nosotros aquí”, son algunas de las palabras que, supuestamente, reciben por parte de la gerencia de esa entidad financiera.
Sus exigencias son claras: que trabajen más cajeros, mejor trato al adulto mayor y tarjetas de débito. Mientras tanto, seguirán exponiendo sus vidas en una cola interminable sin garantías de cobrar la pensión.
Fuente: cactus24.com.ve
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