Es una vergüenza que un pueblo que está pasando tanta hambre y miseria lo gaste todo en vicios como cigarros, bebidas y eventos deportivos. Los fines de semana no dejan de ser de farra. Ya no son solo los maridos los que llegan a casa sin comida ni dinero pero con una buena pea, y ya se ven muchísimas mujeres por el mismo camino. Inclusive las que se la dan de que son de clase alta, llegan embriagadas con la cantidad de whisky y vodka que se meten cada noche.
Miles de personas buscan entre los desechos algo para comer. Otras miles buscan en las licorerías y abastos de cerro, alguna cerveza o guarapita que beber para borrarse la mente y relajarse, como los venezolanos acostumbramos. No ha habido un régimen capaz de tumbar estas malas costumbres y por el contrario, durante la revolución, el número de borrachitos ha aumentado, y los niños ya empiezan desde los 10 años a beber y fumar como si fueran viejos.
Fuente: Donlengua.com
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