Al llegar, será entrevistado y examinado por personal de las unidades de administración. Se le evaluará su salud física mental y luego se le dará orientación formal de los programas, servicios, políticas y procedimientos de esa instalación.
Atrás quedará su colección de relojes también. En la prisión, Andrade tendrá limitada la cantidad de bienes (joyas, fotografías, libros, revistas, etc.) que pueda poseer porque la institución les da ropa, artículos de higiene y ropa de cama. Aunque los reclusos podrán comprar algunos artículos de cuidado personal, zapatos, algo de ropa deportiva y algunos alimentos.
“Los reclusos solo pueden poseer aquellos artículos que están autorizados a retener en el momento de la admisión a la institución, los artículos emitidos por el personal autorizado, los artículos comprados por el comisario o los artículos comprados o recibidos a través de canales aprobados por el personal autorizado por la institución. Todos los demás artículos se consideran contrabando y serán incautados y eliminados (destruidos, enviados por correo de la institución a expensas del recluso, etc.) de acuerdo con las regulaciones de la Oficina. El contrabando que amenaza la seguridad de la institución puede resultar en una acción disciplinaria y / o en un proceso penal para el preso”, según dicen las normas del Federal Bureau of Prisions.
Las visitas – viernes, sábado y domingo, de 8 de la mañana a tres de la tarde-, deberán estar previamente indicadas en una planilla, donde estarán los nombres de los familiares cercanos. Los amigos o interesados en verle serán un máximo de diez personas y deberán ser autorizados previamente por Andrade.
Muy diferente a las prisiones que comanda Iris Varela, en el sitio de reclusión de Andrade habrá actividades diarias, posibilidad de estudiar y acceso a computadoras porque la prisión implementa programas que facilitan a los reclusos su reintegración a la sociedad. De modo que Andrade tendrá lo que no tienen los presos venezolanos: biblioteca, uso de computadora – vigilado-, atención médica, religiosa y una posibilidad de trabajo porque la institución ofrece cargos meseros, cocineros, en plomería, pintura y jardinería a los presos interesados, trabajo por el cual ganan entre 12 y 40 céntimos de dólares por hora.
Quizás ese sería su mejor castigo: trabajar para cobrar honestamente el dinero que ello implique. Ganarse cada céntimo sin el apoyo de Hugo Chávez, otro que nunca trabajó y, en consecuencia, se dedicó a derrochar lo que no era suyo. Igualito que su amigo el tuerto.
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