Caracas. La crisis empeora y con ello la salud de los pacientes. El diagnóstico del Hospital Clínico Universitario de Caracas se agrava y no hay signos de recuperación. La Emergencia, la bisagra del centro de atención sanitaria más emblemático de la ciudad, luce desahuciada. La imagen del servicio en terapia intensiva no es solo una analogía en la hora más funesta de los pacientes. La metáfora cobra todo el sentido para las familias que aguardan por una respuesta oficial. Quienes ingresan a sus familiares deben correr con todos los gastos, una práctica consabida por los que padecen el rigor de la escasez en un hospital de formación universitaria, donde el déficit de insumos descartables supera 90 %.
En ese centro, el calor espeso y el aire callejero que se cuelan por las puertas batientes rompen la gelidez característica de cualquier emergencia. Solo las camillas de metal desenfundado, sin colchones y ligeras de pacientes, parecen acaparar el frío. La atmósfera de la Unidad de Cuidados Intensivos es densa. Los pacientes intubados, acechados por moscas y de sueños profundos, son la prueba de la dejadez. Los médicos de guardia lo hacen todo para cumplir el Juramento Hipocrático, su deber de salvar vidas, pero tienen poco para hacerlo.
Corren los últimos días de 2018 y las cinco camas de la Unidad de Cuidados Intensivos están abarrotadas, ocupadas por pacientes que se juegan la vida. En el recinto no hay estudios de imagenología. Hace más de seis años que se dejaron de practicar resonancias magnéticas y las tomografías son ahora exámenes de primer mundo. Apenas tienen capacidad para practicar estudios de Rayos X, un examen que resulta insignificante para quienes ingresan por accidentes cerebrovasculares o emergencias vasculares.
La degradación del servicio, explican médicos de guardia, estriba en buena parte en la incapacidad para procesar estudios de laboratorio, exámenes de serología, la ausencia de reactivos, equipos y de servicios básicos.
“La emergencia funciona sin aire acondicionado y ello aumenta el riesgo de contaminación y de propagación de enfermedades”, advierte un médico de guardia, que pide mantener su nombre en el anonimato. En galeno asegura que tienen dificultades para atender a los pacientes con padecimientos respiratorios e infecciones severas.
“No tenemos antibióticos de primera línea y atendemos a todos con los más fuertes, en algunos casos crean resistencia, pues no tenemos posibilidad de suministrar los antibióticos exactos”, completa el galeno. El déficit de recursos se acentúa en un momento en el que todas sus estructuras requieren mantenimiento para la corrección de filtraciones, impermeabilización de techos, acondicionamiento de baños y reparación de tuberías. Todos esos problemas quedan retratados en los institutos más importantes, entre los que destacan Medicina Tropical, Inmunología y el Anatomopatológico, ubicados en la UCV.
La mayoría de los pacientes atendidos en la Emergencia supera las 48 horas de estancia en la unidad, y pocos son admitidos en las especialidades requeridas, pues la falta de especialistas, insumos y equipos compromete su salud. Se trata de un problema complejo que agrava la situación del hospital, que, actualmente, atiende entre 80 y 100 personas por triaje, en cada turno.
Andrés Lemmo, jefe del servicio de Ginecología del Universitario de Caracas, una especialidad cuyas urgencias ingresan por sala de parto, asegura que su emergencia no está al margen del drama del hospital. “En los últimos días ha llegado material quirúrgico de manera intermitente para los pacientes de obstetricia: compresas, yelcos para tomar vías, soluciones fisiologicas para hidratar, pero desconocemos las cantidades y para cuántos días podrá alcanzar”.
En términos objetivos, empezamos 2019 con las mismas fallas del año anterior. Quisiéramos tener todos los servicios que requiere un hospital, pero funcionamos con lo mínimo”, sostiene Lemmo.
Fuente: Por Julio Materano/Lapatilla
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