A mediados de diciembre, Guaidó viajó discretamente a Washington, Colombia y Brasil para conversar con funcionarios sobre la estrategia opositora de convocar manifestaciones masivas en torno a la juramentación el 10 de enero de Nicolás Maduro para un segundo sexenio pese a la condena internacional, dijo el ex alcalde caraqueño Antonio Ledezma, un aliado opositor actualmente exiliado en España.
Guaidó salió de Venezuela por tierra hacia Colombia con la finalidad de no atraer la atención de funcionarios migratorios que en ocasiones acosan a dirigentes opositores en los aeropuertos y le impiden embarcarse hacia el extranjero, dijo otro dirigente opositor que solicitó el anonimato para conversar sobre las medidas de seguridad.
Un funcionario estadounidense dijo que se emplearon intermediarios para enviar mensajes a Leopoldo López, influyente dirigente opositor y mentor político de Guaidó que permanece bajo arresto domiciliario desde su intento fallido de encabezar un movimiento contra Maduro en 2014. El funcionario estadounidense solicitó el anonimato como una precaución de seguridad.
Pese a que durante una reunión celebrada en diciembre en Bogotá, Guaidó les contó su plan de proclamarse presidente interino durante una manifestación a convocar el 23 de enero.
Algunas facciones moderadas quedaron rezagadas o preferían moverse más despacio, temerosas de que una jugada audaz provocara un nuevo fracaso a la oposición. Al final, las diferencias se reconciliaron sin que surgieran a la luz pública.
“Esta es la primera vez en al menos cinco años que la oposición ha mostrado la capacidad de aglutinarse de una manera importante”, dijo un alto funcionario canadiense que pidió mantener su nombre en reserva por no contar con la autorización para hablar con periodistas.
La decisión de confrontar directamente a Maduro solo fue posible gracias al sólido apoyo del gobierno de Donald Trump, que encabezó a un grupo de gobiernos latinoamericanos conservadores al reconocer a Guaidó.
Las naciones del hemisferio se percataron de que tenían en Estados Unidos un presidente dispuesto a encarar una crisis a la que gobiernos anteriores habían restado importancia debido a sus limitadas implicaciones para la seguridad nacional estadounidense, dijo Fernando Cutz, exasesor senior de seguridad nacional para los presidentes Barack Obama y Trump.
El 4 de enero, un día antes de que Guaidó asumiera la presidencia de la Asamblea Nacional, los cancilleres de 13 países del Grupo de Lima dijeron que no reconocerían el segundo sexenio de Maduro. El anuncio puso a la Casa Blanca a correr para no quedarse rezagada, dijeron un exfuncionario estadounidense y un asistente legislativo que estuvo en contacto cercano con el equipo de asesores de seguridad nacional. Ambos pidieron el anonimato porque no estaban autorizados a comentar sobre los planes del gobierno de Trump.
Fuente: Maduradas.com
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