Caracas. La imagen de una parte del cerro El Ávila ardiendo en llamas por los lados del sector Galindo recorrió todas las redes sociales. “Lo que nos faltaba”, decían los vecinos, ubicados hacia el este de la ciudad, que soportaron el olor, la humareda, la picazón en los ojos y las cenizas que soplaba el viento.
Pasadas las 4:00 p. m. de este lunes 18 de marzo se inició el incendio forestal que en 15 minutos llegó a las filas de la montaña, rosando el pico Naiguatá. En horas de la noche del mismo día, el ministro de Interior y Justicia, Néstor Reverol, dijo que la quema fue intencional y que se abriría la investigación pertinente.
No obstante, en pleno mes de marzo está activa la temporada de sequía, de acuerdo con las estimaciones de Jasenia Frontado, directora del Proyecto Ávila, del departamento de Estudios Ambientales de la Universidad Metropolitana.
Ahora tenemos unos períodos de sequía intensos, que han hecho que los caudales de agua dentro del parque disminuyan y, al haber una baja y no limpiarse además los caudales, merma la disponibilidad de agua para atacar los incendios forestales, que suelen suceder en estas temporadas”.
Lo mismo argumentó uno de los funcionarios de Protección Civil en el sitio: “Estamos en plena temporada de sequía”.
El Gobierno, por su parte, insistió en la tesis de la intencionalidad del incendio. Entretanto, las llamas se esparcían. Más de 24 horas estuvo activo el fuego en Galindo, municipio Sucre y luego, este martes, se avivó otro por los lados de Terrazas del Ávila.
Y mientras en el puesto de los Bomberos Forestales, una de las funcionarias decía que estaba todo controlado, la tarea era cuesta arriba, pues los socorristas y los voluntarios tenían que subir a pulmón para seguir la línea del incendio. Sin trochas por el área es casi imposible meter vehículos contra incendios.
No hay cifras exactas del daño. En la mañana, extraoficialmente, se hablaba de 10 hectáreas. A lo que Frontado añadió que ese sector ha sido víctima de quemas en otras ocasiones. Ahora es una sabana, ha perdido masa forestal boscosa.
Lo otro es que el parque, como el resto de los reservorios protegidos por el Estado, tiene una merma en cuanto a equipamiento de preservación.
Son equipos muy antiguos y ello disminuye la eficacia del personal adscrito a los órganos gubernamentales y también de la comunidad de voluntarios. De ahí que, para mitigar los focos, se apoyan en los brigadistas voluntarios“.
En el momento crítico de la emergencia, Reverol hablaba de 48 efectivos en el sitio. Pero ese contingente solo no podía apaciguar las llamas, y menos cuando en horas de la noche se activó un incendio por Santa Rosa.
¿Poco mantenimiento?
El sistema parque nacional El Ávila, decretado como tal en 1958, tiene una extensión de 82.192 hectáreas y 25 kilómetros de cortafuegos. Abarca Caracas, norte de Vargas y sur de Miranda. Pero para nadie es un secreto que está desprotegido por los cuatro costados. Basta con ver toda la ocupación humana que hay desde los Altos de Lídice hasta la carretera vieja Caracas-La Guaira o hacia los lados del terminal de oriente, vía Guarenas.
Montaña adentro, hacia Galipán, también se observa la intervención urbana que rompe con los cánones de habitabilidad determinados por las familias ancestrales establecidas en el cerro.
Los puestos de guardabosques están desasistidos, no tienen el mismo personal, no cuentan con las herramientas ni las condiciones para preservar el espacio natural.
Frontado dijo que hace semanas vio a los guardabosques hacer mantenimiento a la franja del cortafuegos, previo al inicio de la sequía. Es un fragmento de tierra muy ancho para evitar el paso del fuego.
“Puedo dar fe de que iniciaron los trabajos, pues ese sistema pasa por la Unimet. Pero hay una realidad y es que el sistema hídrico de la montaña no está en óptimas condiciones. No sé si a los funcionarios les dio tiempo de revisar los compresores de agua, verificar la presión. No tienen personal suficiente para acometer esas tareas preventivas, muchas veces no tienen los repuestos para recuperar las instalaciones y cuando ocurre un incendio pasa lo que ocurre ahora: no hay agua”.
De hecho, el agua que están usando para mitigar las llamas son de la fuente directa de Universidad Metropolitana que, dicho sea de paso, se surte del Ávila pues no tiene aducción de Hidrocapital.
Fuente: http://cronica.uno
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