En medio del deterioro de las comunicaciones, los venezolanos erradicados en el extranjero intentan obtener noticias sobre los integrantes de su familia que aún se encuentran dentro del territorio nacional. Muchos de ellos deben esperar por la caridad de la señal de las plataformas digitales, de algún pariente con carga en su celular o de algún vecino que pueda hacer de puente informativo.
Las principales aplicaciones telefónicas de chat trabajan con intermitencia, ya sea por la falla el sistema eléctrico o por falta de datos de navegación, los cuales ya empiezan a escasear, como muchas otras cosas en el país, sin posibilidad de efectuar recargas.
De norte a sur, los mensajes recorren el globo intentando hacer contacto, buscando sus lugares de destino, muchas veces sin respuesta. Remitentes de Colombia, Canadá, EEUU, México, Panamá, Brasil, Chile, España, Italia y hasta desde Suecia, esperan por días para saber si “todos están bien”.
“Tengo varios días intentando hacer contacto con mi familia. Hay familiares de los que aún no sé nada. Me queda esperar para tener noticias de ellos, a que logren cargar sus teléfonos, o que pidan un celular prestado. Solo espero que estén bien. Estamos atentos a lo que suceda”, escribe Ada Guerra a PANORAMA desde Gotemburgo, Suecia.
El pasado domingo 10 de marzo, tras la cuarta noche sin luz, se cerró la primera ronda de eventos aún sorteables en medio de la contingencia.
A la altura de este lunes, declarado por el gobierno día no laborable, los venezolanos continúan enfrentando una carrera contrarreloj para salvar lo que les queda en las refrigeradoras de casas y restaurantes. Miden el agua, gota a gota, con más devoción que antes del propio apagón. Cuidan la gasolina, a expensas de no poder movilizarse en poco tiempo, a falta de poder surtir sus tanques de combustible. Este lunes también inicia con suspensión de clases.
Fuente: Panorama.com.ve
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