Estuvo entre los últimos clientes de la estación de servicio en el municipio San Francisco. Se agotó el combustible a las 10.00 de la mañana y cerraron. El conductor, de 41 años, quien pidió no dar mayores detalles que revelen su identidad por temor a represalias estaba a punto de partir cuando los funcionarios de la Guardia Nacional se acercaron a la ventanilla del copiloto y apenas se abrió obligaron a los dos tripulantes a bajarse y abrir toda la camioneta.
“Tenía dos pimpinas vacías en la parte posterior y de eso se agarraron para pedirme cinco mil dólares”, comentó la víctima, quien sonríe y dice: “No eran mías, eran de mi acompañante”. En vista de su negativa a pagar, se llevaron detenido al empleado de la estación de servicio, al chófer y a la dama, y remolcaron la camioneta y el vehículo del trabajador hasta el punto de control de la Guardia Nacional en el Kilómetro 4.
A la dama la dejaron en libertad, pero el chófer y el trabajador escucharon una y otra vez las advertencias de los funcionarios: “Si no pagan serán presentados en tribunales por contrabando de combustible”. Los militares se cansaron de la negativa a aceptar la extorsión y bajaron a tres mil dólares. Como igual no se aceptó, remitieron el caso a Fiscalía. La exigencia del pago en dólares comenzó a las 10.00 de la mañana, pero a las 5.00 de la tarde remitieron a los dos detenidos a los calabozos del Mercasur, en la vía a Palito Blanco, detalló el abogado de las víctimas.
“Ingresó a un cuarto 2X2, sin ventilación y sin letrina o baños dónde hacer necesidades. Allí había otros seis detenidos, entre ellos otros dos personas por el mismo caso quienes pagaron mil dólares y antes de la media noche los dejaron libres. Le permitían el ingreso de comida. Pero para evitar hacer necesidades no tomaron ni agua”.
El jurista comentó que a las 10.00 de la mañana del domingo los trasladaron al Palacio de Justicia, en el centro de Maracaibo. En las actas no había delitos. A las 12.10 del mediodía los recibió ante el fiscal de flagrancia, este los presentó ante el Tribunal Séptimo de Control. No le imputaron delitos y recibió libertad plena. Pero los vehículos quedaron retenidos, acotó la defensa de las víctimas.
El conductor se lamenta. Era la primera vez que surtía en esa estación de servicio. Visitó a unos familiares en el municipio San Francisco, vio la oportunidad de llenar y esperó horas para “Tanquear”. Su decisión le costó una noche en los calabozos con delincuentes comunes, sin comer ni hacer necesidades fisiológicas por más de 25 horas y una revisión médica. “Terminé hinchado, por la retención de líquidos y con trauma por las amenazas y las burlas de los militares mientras estuve en el calabozo. Comían y bebían delante de nosotros para provocarnos”.
Fuente: cactus24.com.ve
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