“Rusia nos ha informado que ha removido a la mayoría de su personal de Venezuela”, fue el mensaje escrito por el presidente norteamericano en la tarde de este lunes desde Londres, donde se encuentra de gira. Intentó dar por terminadas las versiones que indicaban que los rusos no habían aún movido sus piezas de la devastada nación. Aquella referencia errónea fue dada a conocer por la empresa estatal rusa Rostec dedicada a la fabricación de material bélico con amplia influencia en Caracas.
El 23 de marzo dos aviones provenientes de Moscú aterrizaron en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía. Lo hicieron en absoluta reserva. Se trató de un Antonov An-124 -dedicado a la carga- y un Ilyushin Il-62 -transporte de pasajeros- que arribaron en sigilo con gran cantidad de equipos de tecnología militar y un centenar de hombres de seguridad. Días después de que el episodio saliera a la luz, fuentes diplomáticas rusas debieron admitir la llegada de sus aeronaves.
En aquel momento Infobae detalló que los uniformados fueron trasladados a los principales puntos de interés ruso en Venezuela. Más específicamente: refinerías, pozos petroleros y minas. Algunas de ellas explotadas gracias a las precarias autorizaciones oficiales. Al mando de ese grupo de oficiales Putin designó a un general de su íntima confianza: Vasilii Petrovich Tonkoshkurov.
El militar es un duro dentro del Ejército. Es subcomandante de las Fuerzas Terrestres y conoce como pocos el campo de batalla. Sufrió una grave herida cuando la entonces Unión Soviética fue humillada al enfrentar en las rocosas montañas de Afganistán a los talibanes. No está claro cuánto tiempo permaneció el comandante en Caracas. Lo que sí: trabajó muy a la par con sus camaradas cubanos y venezolanos.
Al conocerse el particular desembarco, María Zajárova, vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, dijo en aquel momento que su país permanecería en tierra caraqueña el tiempo que la dictadura de Maduro los “necesite”. ¿Quién determinó que la necesidad llegó a su fin?
Hoy, el canciller Sergey Lavrov indicó en rueda de prensa: “Me gustaría recordar que nos hemos opuesto repetida y enfáticamente al uso de la fuerza y ??cualquier forma de interferencia en los asuntos internos de Venezuela o cualquier otro estado”.
“¿Está de acuerdo con quienes creen que Rusia desempeña un papel similar en Venezuela y Siria?”, fue la última pregunta que se le hicieron a Lavrov. “Sugerimos que el problema se resuelva a través del diálogo nacional inclusivo en ambos casos. Con respecto a Siria, Rusia desempeñó un papel clave al aprobar la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre la base de una comprensión clara del hecho de que sólo la población de Siria debe determinar el futuro de su país. Esa misma resolución también exige iniciar un diálogo entre el Gobierno y todos los miembros de la oposición. Creo que Venezuela también requiere un enfoque similar, y veo esto como una congruencia”. El ministro de Putin olvidó varios matices en su respuesta.
Rusia apoyó militarmente al dictador sirio Bashar Al-Assad cuando su régimen se desmoronaba. Lo hizo con la ayuda de Irán y de Hezbollah. Tras el afianzamiento del gobierno se apoderó de varios de sus suministros naturales, se hizo de una salida fundamental al Mar Mediterráneo -su base naval en Tartús- y, sobre todo, sentó las bases para la próxima constitución al redactarla.
Maduro, a diferencia de Al-Assad, no está sumergido en una guerra civil. La crisis es terminal y los asesinados por su administración se cuentan por centenares. Pero aún mantiene el monopolio de la violencia. Rusia prestó algo de soporte militar. Armamento y recursos humanos. Pero no en abundancia. El suficiente como para asegurarse el flujo de petróleo y el de los minerales que explotan sus empresas en el Arco Minero del Orinoco. Será difícil que Moscú abandone por completo ese paraíso de diamantes, crudo y oro. ¿O acaso avanzan las negociaciones por la filial Citgo, el megagasoducto Nord Strem 2 y Ucrania?
No obstante, la señal dada a Trump este lunes fue contundente y debería ser tomada con preocupación por los jerarcas chavistas. Sobre todo aquellos que cuando caiga Miraflores tendrán que rendir cuentas ante su pueblo, pero sobre todo ante los tribunales internacionales por delitos de lesa humanidad.
Fuente: Por Laureano Pérez / Infobae
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