Respira, se calma. Toma aire y prosigue. “A las 11.38 le volvía a escribir. Pero nunca leyeron el mensaje. Desde ese momento apagaron el teléfono”, se lamenta.
La docente jubilada describió a su hija como una joven intachable, trabajadora, responsable, cariñosa, de familia. “Mantenía una comunicación constante con nosotros. Decía siempre dónde estaba, con quién y cuándo volvía. Esa tarde me extrañó su silencio. Había quedado en hacerme la compra y no volvió”.
Ella se hizo cargo de sus padres. Los atendía y proveía en sus necesidades. Ahora ellos no duermen. Les preocupa no volver a ver su Anabel. La madre vuelve a entristecerse al recordar los momentos de risa, los chistes y los abrazos de su hija. “El Día del Padre compartimos tanto. Fue un domingo muy especial”.
Reconoce que han sido días difíciles. “Hay momentos me gana la desesperación y empiezo a llamar a su teléfono. Sigue apagado. Siento una angustia, una incertidumbre, un sobresalto que no te puedo explicar”.
Fuente: cactus24.com.ve
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