Maduro lo exhibe como un garante de la supuesta paz y buenos deseos de su régimen. Hace apenas un mes, sugirió su nombre como mediador en las negociaciones entre la dictadura y la oposición venezolana. Ahora, lo invita al Palacio de Miraflores y comunica al mundo que organiza sesiones de meditación para buscar la paz espiritual en el despacho presidencial.
Shankar, el gurú indio que sustituye al fallecido Sai Baba en las preferencias espirituales de Nicolás Maduro y de su esposa, Cilia Flores, intenta venderse entre las élites políticas latinoamericanas como un semidios capaz de apagar los más feroces conflictos armados.
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