“Nos hemos convertido en casas de cambio”, comenta a la AFP Marcelo Moreno mientras conduce su buseta en Caracas.
Es un síntoma más de la agonía del dinero en efectivo en el país, donde el billete de más alta denominación, 50.000 bolívares, equivale a apenas tres centavos de dólar. Ya no compra nada, con un valor disuelto por la hiperinflación y la violenta y constante depreciación de la moneda local.
En una economía que cumplió siete años consecutivos de recesión, los venezolanos se refugiaron en el dólar pese al control de cambios vigente desde 2003 —flexibilizado en los últimos meses—, así como en el peso colombiano y el real brasileño en zonas fronterizas.
A la vez que avanza esa dolarización informal, que Nicolás Maduro calificó de válvula de escape, el comercio se ha visto obligado a usar exclusivamente mecanismos electrónicos para cobros en bolívares, incluso para pequeñas operaciones como comprar una simple barra de pan.
El transporte, acorralado, es el único sector que aún utiliza de forma cotidiana bolívares en efectivo.
Los bancos entregan un máximo de 400.000 bolívares diarios en taquilla, y los cajeros electrónicos, en su mayoría, están fuera de servicio.
“Solo da para el pasaje en las camionetas. Es para lo único que alcanza”, dice a la AFP Lisbeth Leal, de 39 años de edad, contadora que hizo fila en un banco público para recibir esos 400.000 bolívares en billetes. Un pasaje urbano en autobús cuesta 150.000.
Ante las dificultades para encontrar efectivo, los transportistas pagan por el dólar alrededor de un 30% menos de lo que marcan las cotizaciones oficiales.
“Digitalización”
Marcelo teme que tarde o temprano la falta de efectivo haga imposible trabajar al volante de un autobús como ha hecho por tres décadas: “Cada vez que sube (la cotización del dólar), tienes que dar más bolívares”.
El bolívar se ha depreciado 38,14% solo en lo que va de 2021, después de perder 95,7% de su valor en 2020.
Los buses de rutas entre ciudades cobran en bolívares con datáfonos, transferencias digitales a través de teléfonos celulares y otras alternativas digitales; pero utilizar esos canales es inviable en el congestionado transporte urbano, con alto flujo de pasajeros pese a la pandemia de covid-19.
Tipear números de documentos de identidad y claves de centenares de usuarios al día, apunta Marcelo, colapsaría las paradas.
Maduro, que promueve la digitalización total de los pagos en Venezuela, prometió a los transportistas sistemas de tarjetas magnéticas que pasan por un lector para los cobros; pero esa opción está muy lejos de ser masiva.
“No se trata de digitalizar pagos. No soluciona nada. El problema de raíz se mantiene: el Banco Central sigue monetizando el déficit (…) y el gobierno en vez de corregir los desequilibrios de la economía, los agudiza”, explica a la AFP el economista Jesús Casique.
El actual billete de 50.000 fue lanzado en 2019 y ya nacía rezagado, pues equivalía a 8 dólares.
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Fuente: Dolartoday.com
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