«La división entre las familias políticas del chavismo es patente«, indica el artículo del medio de comunicación.
Pese a que, inicialmente, se utilizó la figura de Hugo Chávez de una forma casi religiosa, hoy en día Nicolás Maduro estaría intentando exaltar su propia imagen para atornillarse en el poder. Claro ejemplo de esto último sería la implementación de la imagen de «Superbigote» en los espacios oficiales de comunicación madurista.
No es menos destacable, en este sentido, que Maduro forzó en noviembre la repetición de las elecciones regionales en Barinas, apartó a Argenis Chávez de la candidatura e impuso al «paracaidista» Jorge Arreaza, quien carece de carisma a nivel político.
«Ellos no van a ceder el poder por una derrota electoral«, dijo la politóloga María Puerta Riera sobre la derrota de Arreaza en Barinas.
Así mismo, Juan Cristóbal Castro, historiador, añadió: «Creo que tiene un valor simbólico y político muy importante. Es un golpe parecido a las elecciones parlamentarias de 2015, no de esa magnitud, pero sí un golpe fuerte».
Además, este especialista destacó dos asuntos importantes que quedaron al descubierto tras los comicios del estado: La primera es la división de los partidos de la Alianza Democrática, ya que algunos apoyaron a Sergio Garrido. Y la segunda, la brecha que se percibe entre chavistas clásicos y los llamados maduristas.
De hecho, el ex gobernador chavista Rafael Isea insistió en que el madurismo tiene planeado terminar de «enterrar» al chavismo y que ello es parte de la estrategia actual de los simpatizantes de Maduro.
Fuente: Chismeven.net
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